lunes, 11 de octubre de 2010

Una de cuernos

Un tipo le pone los cuernos a su mujer con una desconocida. Está buena, le parece graciosa, tiene desparpajo y un pelín de caradura. No tiene nada que ver con la esposa que duerme a su lado, amargada porque su vida es sólo fachada. O simplemente porque le aburre soberanamente ser su esposa, que todo puede ser... La desconocida se deja conocer, quedan para cenar, se cuentan la vida y terminan follando. Aunque haya que entrar en un hotel del centro de la ciudad, registrarse por unas horas y descubrir lo cómodas que son las camas de los Room Mate. Que lo son.

Otra mujer está enamorada de su pareja pero se siente atraída por un colega de profesión en el que no había reparado. Ni siquiera había oído hablar de él. Pero de repente se conocen en una reunión de la empresa y mes y medio más tarde follan. Puede que repitan un par más pero no se enamoran. Es sexo, diversión y complicidad, exactamente igual que con sus respectivas parejas. Porque son felices. Sólo que entre estos dos compañeros de trabajo que se acuestan no hay obligaciones; eso da muchos puntos y de golpe.

Estoy segura de que a nuestro alrededor hay infinidad de historias parecidas. Cambian las tramas y los personajes pero no nos libramos, estamos rodeados. Unas veces son el inicio de otra historia de amor, aunque casi siempre se quedan en un episodio más.Si somos uno de los personajes actuamos de una manera y si, simplemente somos espectadores, lo hacemos de otra. Que los cuernos siempre joden, qué coño. Pero tenemos que vivir con ellos, forman parte de nuestras vidas. Y unas veces ni nos salpican y otras nos ahogan sin remedio.

Y ahora para rematarlo, a la Esteban le han puesto los cuernos, lo cual ha saciado a muchas personas que no tenían cuernos en su casa. Catódicas raciones de tertulias televisivas dando todo lujo de detalles del ultraje a la futura diputada, que ésta se nos presenta fijo. Tiembla Rajoy que te va a quitar mucho voto, pero que mucho voto. Pero si aún así no pones los cuernos ni te los ponen y no te interesa el culebrón de la telebasura, no te preocupes: seguro que tienes una amiga que te monta un quilombo enrollándose con el marido de otra de la panda. O tu hermano se enrolla con la vecina de la urbanización, que para eso están los amigos.

Al fin y al cabo se trata sólo de cuernos.Y no son tan importantes.

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