jueves, 29 de mayo de 2014

Querido profesor de universidad


Milo Manara



Qué mejor altar para él que aquel estrado de la facultad desde el que daba clases. Lo recuerdo alto, o al menos siempre me lo pareció, bien vestido sin estridencias: pantalones vaqueros y camisas. Un toque elegante sin ir hecho un pijo como muchos a los que servía copas para pagarme la Universidad. Un discurso perfecto. Periodístico. Capaz de que te buscaras en la feria del libro antiguo los "Artículos escogidos" de Mariano José de Larra por gusto. Sólo por gusto. 

Ya se había encargado él de provocarte para que quisieras leer los artículos de un periodista que trabajaba en plena Década Absolutista de Fernando VII. "El Molesto", que diría Forges. Te había convencido desde el altar de la clase de historia del periodismo español, quinto curso, en una de esas homilías en las que al situarte, te aventuraba que Mariano José de Larra sufría como tú y como todos, por amor, desamor, indignación y pecados. A mordiscos, escupitajos y clamores al cielo. 

Cómo ibas a perderte leer esos artículos... 

Encima lo ponía difícil. Mucho. Aprobar su asignatura sólo era posible si se contestaban  todas las preguntas. Tenías que saberlo absolutamente todo.  No iba a ser siempre tan fácil como entrar en una de las televisiones privadas emergentes en aquellos noventa. Y cuando se lo contaras debías hacerlo bien, como una profesional. Porque el discurso con el que expondrías tus plegarias determinaría también tu éxito o fracaso. Tu contrato con él, con don Benito, establecía que debías aprender historia del periodismo español. No cualquier cosa. 

Yo lo llamaba don Benito. Se lo anuncié al final de una clase, al acercarme a hacerme notar. Le expliqué que si tan fascinante era Benito Pérez Galdós, al que citaba continuamente, le pedía permiso para llamarlo así, en vez de por su nombre. A aquellas alturas de curso quedaba claro que me gustaba su historia y me gustaba él. Y mi profesor se había dado cuenta de ambas. 

En sus homilías hacía referencia a las tardes que pasaba en el Ateneo de Madrid de la calle del Prado. Y cómo terminaba casi siempre tomándose unos vinos en "la Venencia", en Echegaray. Todo calles del barrio al que yo me había trasladado un par de años antes y cuyas esquinas descubría con todos los que tuvieran una cicatriz que mereciera lamérsela de principio a fin..

Fue una delicia aprenderme su doctrina...

No hizo falta siquiera que aquel profesor me hiciera el más mínimo caso; nunca me lo hizo. Bastó con que me permitiera llamarlo don Benito. A mí. La misma que dejaba que el portador de un costurón glorioso en su cadera izquierda, la arrinconara  contra la pared del número 2 de la calle Cervantes; sabía que me ponía cachonda que me follaran en la casa de CervantesQué pena que en aquellos años viviera en esa finca Juan Alberto Belloch entonces ministro. La de escoltas que había en el portal y la de veces que impidieron que yo me corriera. Me conformé con la ocasiones en las que me metieron mano en los aledaños apoyando las dos manos en una pared de esa calle, abriendo las piernas, dejando que mi acompañante me acariciara y se empecinara en clavármela allí mismo. A mí lo que me ponía era que fuera la casa de Cervantes, que Belloch durmiera en uno de los terceros y que pudiera aparecer don Benito en ese mismo instante. Quería que me viera maleando por Madrid con los artículos de Larra en el bolso. 

Denme un buen profesor capaz de hacerme entender lo que él ya conoce. Uno que me aporte mucha literatura. Déjenme que le rece, que le suplique que cuente más. Que aprenda sus evangelios y pueda trasladarlos a mi vida. Soy la más fiel devota del que enreda en esos evangelios. 

Y en esa liturgia, de rodillas, sí que soy poderosa. 



jueves, 1 de mayo de 2014

Contigo dentro, infiel.

"Valentina" de Guido Crepax


Desde que nos hemos sofisticado por esta maraña de información que nos inunda, la vida sexual de cualquiera es de lo más fascinante. Un simple vistazo al smartphone de turno y sabemos dónde están todos y cada uno de los que nos interesan. Perdemos poco tiempo en enterarnos de las apetencias, esperanzas y gustos de los que llaman nuestra atención, Twitter y Facebook nos exhiben a la perfección. Basta darte un par de veces de bruces con alguien mínimamente interesante para que memorices un avatar y con su próxima genialidad, en vez de conformarte con retuitear o marcarte un FAV, ¡zas! ya te sigo. 

Marcas los límites centrándote única y exclusivamente en los que llaman tu atención; hay que seducir a golpe de 140 caracteres. Toques cortos, al pie. Pases perfectos al de enfrente para que uno de los dos marque el tanto correspondiente y  lance el primer DM. Nuestro spanglish ha hecho posible que alguno llame a sus seguidores "followers" conjugando a la perfección el verbo "to follow" hasta crear expresiones tan explícitas como "déjame que te followee esta noche", que la lees en el Metro y das un respingo fijo. 

Si lo hace en público o por medio de un DM determina bastante las intenciones. Sé infiel y no tuitees con quién. 

Incluimos las redes sociales en la cacería y lo hacemos sin remordimiento. Somos capaces de hablar de todos y cada uno de nuestros pecados desde la platea de nuestros perfiles. Y es la fidelidad la que marca el límite de cada uno. Pocas cosas son tan personales en la vida sexual de un individuo que cómo se lleve consigo mismo para hacer frente a todas y cada una de las veces que se muera por poner los cuernos. 

No vaya a ser que apetecer, apetezca casi siempre. 

Quiero que me cuenten y de paso, a toda la platea, qué es la fidelidad y también la infidelidad. Cuál consideran virtud y cuál es pecado. No hay historia de amor que se precie que no tenga un buen par de cuernos. Y no siempre supusieron un drama. El mayor ejercicio de honestidad es reconocer si podemos seguir junto a la persona que amamos y con la que compartimos nuestra vida aunque abra la boca para lamer un sexo que no sea el nuestro. 

A ver quién es el que resiste a no mortificarse aunque sea un poquito. 

Kiko Amat es capaz además de ponerle música a todo esto con esta lista de diez canciones que son las favoritas de cuernos, pillada y rupturas. No sé con qué frecuencia leen Jot Down; yo siempre que puedo. Siempre termino enterándome de cosas de muchos de los que deambulan por mi TL gracias a lo que cuenta la revista de marras. ¿Hay algo más apetecible? 

Me muero de ganas por saber si son fieles o infieles, si son capaces de soportar las estocadas de otros. Si son de los que dejan claro en las primeras cenas qué posibilidades hay de enredar en cama ajena. Rubrico la etiqueta #ContigoDentroInfieles para ordenar en mi carpeta de trabajo y lanzo la propuesta. 

Con lo que me gusta a mí hablar de sexo y lo bien que se me da que me imaginen, ya hay algún interesado en saber si la chupo como lo escribo