miércoles, 5 de febrero de 2014

El directo más difícil






La peor de las pesadillas de mi mejor amiga de primero de carrera era que se diera la posibilidad de subir a un vagón de Metro y encontrarse allí con todos los hombres con los que se había acostado. Decía que no sabría reaccionar, cómo saludarlos, qué tipo de mentiras contar y recordar para estabilizar lo que ella suponía que sería un gran escándalo. Esa posibilidad conmigo era bastante improbable. A mí como mucho, todos mis amantes me ocupaban dos filas de asientos de tres. Manejable. 

Conforme horadamos los 90, ella superaba con creces cualquiera de mis expectativas. Mientras yo enredaba con tipos con los que pasaba el rato, sobre todo mucho rato, ella encontró al que hoy es su marido. Buscó, comparó y eligió; yo me llevé muchos más chascos... Cada una a su ritmo, cada una con los suyos.  Diferenciándonos también en el tipo de periodista que seríamos, eligiendo en esta vida en el lado en el que queríamos estar. En el de las que temen encontrarse con sus amantes o en el de las que  los acumulan con la esperanza de reunirlos a todos. 

Veinte años de profesión y esta tarde me toca hacer el directo más difícil de toda mi vida. Al final del pinganillo no estará uno de esos pocos directores que he tenido que me ha aportado tranquilidad sacando lo mejor de mí. Esta tarde, ese director estará sentado a mi lado. 


No habrá cámaras. En este directo no se me verá enmarcada ni sus estupendos televisores  corroborarán que busco con la mirada a mi hermana y a mi madre.  A sabiendas de que ambas se han perdido casi todos los momentos estelares de mi carrera, irradiando orgullo al enterarse de mi pequeño gran triunfo, fuera el que fuera. Ninguna estará. Así que toda la platea me verá forzar una media sonrisa para coger aire. Esa mueca que tanto conocen y que es la única que me deshace el nudo que me impide hablar.

Así son todos mis grandes momentos. Tuvieron que pasar años para que yo me riera de mi fallida boda, en la que lo único que faltó es que alguno muriera apuñalado. Nunca  más seré el centro de atención de semejante puesta en escena; las toneladas de mi amor son  bastante más honestas. Eché a uno que pasaba por allí y me calcé unos vaqueros para correr hacia Atocha a las 8'30 de la mañana de aquel 11 de marzo, cuando una llamada angustiosa me contó que los trenes de cercanías no entraban en la estación más transitada de España porque habían puesto una bomba. Tuve contracciones en un directo en la plaza de las Ventas mientras explicaba el poderío de José Tomás y me puse de parto después de dos días de fiesta sin una gota de alcohol en las venas, veinte kilos de más y un calendario de cuentas para saltármelo yo a la torera. 

Una carrera profesional de esas sin grandes estridencias. De esas que dan en literatura lo que jamás reflejan en nómina. 

Volviendo a aquella amiga que tuve en la Universidad, los años se escaparon y cada una tiró para un lado. Cruzándonos muchas veces hasta que empezamos a esquivarnos. Ella, ya lo he dicho,  encontró al que hoy es su marido. Yo seguí buscando. Aquella amiga consiguió que jamás se diera la posibilidad de encontrarse a todos sus hombres en la misma estancia, triunfó en los medios convirtiéndose en una de esas que no flotan, sino navegan. A cambio, yo recojo tablones salvavidas a los que me aferro hasta que las olas me hacen naufragar de nuevo. Que no seamos ya ni cuarto y mitad de amigas es más que correcto.

Por eso el directo más difícil de toda mi vida es el de esta tarde. Porque a mí jamás me ha dado miedo reunir a los hombres de mi vida. Yo ya sé que sus ausencias hicieron posible la existencia de todos estos amantes. 


3 comentarios:

  1. Seguro que este directo también lo bordarás!! Mucha suerte. Besos

    ResponderEliminar
  2. Hola Celia Blanco.

    Mi nombre es Tomás, y te felicito por tu nuevo libro “Con dos tacones” donde recopilas las fantasías sexuales de las mujeres españolas. Como aficionado por curiosear y conocer en las fantasías sexuales, me dirijo a Ud para contarte alguna de mis fantasías. Confieso que tengo la necesidad de encontrar a alguien, para poder hablar de mis fantasías.

    Básicamente mis placeres eróticos tienen mucho ver con el placer como antesala al sufrimiento. También ese mismo placer cuando se mezcla con la angustia, la cual, lleva consigo saber que llega el sufrimiento tras ese placer. Esta fantasía está inspirada en una película de Serie B de nacionalidad rusa, acerca de una prisión de mujeres, la cual, no recuerdo ni siquiera como se titulaba. En realidad, mi fantasía se centra exclusivamente en una escena entre una carcelera y una presa, la cual, fracasa en su intento de fuga. Por ello, la presa recibe un duro castigo físico por parte de la carcelera. En cada de mis masturbaciones, fantaseaba estar en el pellejo de la presa.

    Por no alargarme demasiado, ya relataré mi fantasía sexual. Tomas.

    ResponderEliminar
  3. Siempre he sido un chaval canijo, delgaducho y enclenque. Sin embargo, recuerdo tener ya 17 ó 18 años y masturbarme varias veces cada día, un promedio de 4 ó 5 veces, imaginando como me agarra involuntariamente por la fuerza una mujer gorda, alta y fornida de edad madura de entre unos 40 a 55 años, para tenerme unos 20 minutos inmovilizado mientras forcejeo inútilmente tratando de librarme de ella, y darme inmediatamente después un buen escarmiento físico tras el forcejeo. Durante el forcejeo, esa gorda madura se resoba conmigo, me toca por todo mi cuerpo, y me arrincona en una pared para restregarme sus enormes pechos por todo mi cuerpo. En un principio tanto ella como yo, estaríamos de pie.

    Me horroriza y me aterra el mero hecho de pensar en el Gran Escarmiento, sin embargo, si no estuviera presente el castigo físico, no sería nada erótico y excitante todo ese resobe y tocamientos, mientras forcejeo en vano con la carcelera, y compruebo que mi fuerza física queda diezmada frente a ella. Ese resobe y tocamientos que recibe la presa durante el forcejeo con la carcelera, no deja de ser una sensación suave y agradable para el tacto, y es lo que representa ese placer anticipando al sufrimiento del escarmiento. Se trata una gran dosis de morbo, basado en un placer mezclado con la angustia, la cual, lleva consigo saber que está abocada a una gran paliza.

    Podría seguir con el relato, pero de momento no continuo. Un saludo de Tomás.

    ResponderEliminar