lunes, 20 de agosto de 2012

A mí, que me dibuje Manara


Yo quiero ser "Miel" y que me dibuje Milo Manara. Sí, "Miel". No ha habido una reportera de televisión más sensual, excitante, profesional y deslenguada que ella. "Miel", la de "Cámara indiscreta", la de "El perfume de lo invisible", la de la melena rizada al viento, las tetas grandes y perfectas, patilarga y con el monte de venus más bonito del Universo. Sí, ésa. La que además de todo eso se folla todo lo que le viene en gana. Todo. 

Y claro, ¿quién querría perdérselo?

Pero una cuestión estúpida, infantil y con más pilares religiosos que la Capilla Sixtina, nos lleva a defender de un modo u otro la fidelidad. Sí, la fidelidad. http://lema.rae.es/drae/?val=fidelidad La "observancia de la fe que alguien le debe  a una persona". Tócate los cojones. La fe, que ya de por sí es absurda, no solo nos la endosan para justificar las religiones, sino que además quieren meterlas en mi cama. Para encima no follar, que es lo que más me jode... Somos fieles. Tenemos que ser fieles. ¡Debemos ser fieles! Y encima lo sitúan al lado de lealtad, que nada tiene que ver. 

Aunque "Miel", que yo sepa, no tiene pareja. Hace lo que le viene en gana pero tampoco se convierte en la infiel religiosa, marital y sexual de nadie. Y  eso son todo ventajas. Sobre todo porque se ahorra la infinidad de razones, ninguna consistente por cierto, de los parabienes de la fidelidad que serán capaces de gritarte hasta el último de los que te rodean. Sin darse cuenta de que, al tiempo que te inundan de motivos que puedes rebatirles con ejemplos prácticos (de ellos incluso), matan la complicidad y la competencia. ¡Ya no hablamos de la pasión! Razones bastante más importantes que una mierda de cuernos. 


Nos vendría de miedo hacer un poquito lo que nos diera la santa gana. A todos. A mí pasear sobre los tacones de vez en cuando y que venga otro chulito de turno a intentar tirarme de ellos. Sí, otro. En casa tengo al mejor, pero quiero otro. Déjame que me divierta. Deja que sea otro el que se sorprenda porque huelo a ámbar, tengo un piercing en el ombligo que no enseño y que escondo el delirio que ya hubiera querido para sí Linda Lovelace.  Y entonces te seré leal. La más honesta y leal de todas. Porque si después de todos estos pecados perpetrados por uno y otro lado, seguimos juntos... No me cabe la menor duda de que somos la pareja perfecta. Y yo soy "Miel" cada vez que me meto contigo en la cama. 





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