jueves, 15 de noviembre de 2012

Cuernos de marca






Llevamos los cuernos incorporados. Así, de serie. Los ponemos y nos los ponen; los escondemos pero detestamos que nos los escondan; los paseamos y permitimos que los paseen. Y todos y cada uno de nosotros somos los mejores estrategas ante un buen ataque de cuernos. Eso lo que más. Un buen ataque de cuernos; qué gustazo... 

Ese momentazo en el que consigues erizarme el vello ahí ante mí, hecho un energúmeno y fuera de ti. Clavándome tus pupilas un pelín dilatadas, que encima soy de las que aguantan la mirada aunque solo sea para comprobar si me miras a la cara o te interesas como todos en el escote. Por si puedes perder algún punto más.. Estás en ello. Y ahí estás despotricando, qué bien me despotrica mi niño. Cómo me demuestra el amor verdadero hecho una verdulera en el salón, increpándome haberse enterado de que le he puesto los cuernos. 

Y encima me lo justificas ascendiendo una mierda de cuernos a traición. Toma ya.. Con dos cojones. Hacerle algo más que ojitos a uno que pasaba por allí o dejarte mecer por ese nuevo descubrimiento en el trabajo pasan a quebrantar nuestra fidelidad y ¿lealtad? ¿Qué entiendes exactamente por lealtad, mi amor? Porque para mí no es ni mucho menos que anoche, si se dio así la luna, tú siguieras a la morena más guapa del garito hasta el cuarto de baño más grande donde el maleo podría cobrar todos los matices imaginables. Llevaba una falda negra hasta la rodilla incapaz de soportar la tensión de las cremalleras; fueran las que fueran. Que hasta a mí se me hubiera bajado hasta el dobladillo de este vestido negro que llevo si me hubiera mirado como te miró a ti. Y como la miraste tú a ella, mi amor. Cómo me excita que me mires así, como a ella. Quizás en vez de esa camisa negra con botones de nácar morados, hubiera elegido una camiseta un poco más neutra. 

Con ese culo puede permitirse el lujo de que todas las miradas se concentren en él. Mira qué culo,eso es lo que entiendo yo por un buen culo, ¿lo ves? 

No te quedó otra que seguir la huella de sus tacones hasta el baño, que lo  mejor del "Jazz Club" es que podéis entrar los dos. Y nadie preguntará si vais a tardar mucho. Todo a su tiempo. Yo hubiera elegido medias de liga negras, como las que me regalaste un día porque sí; bueno, porque sí, no. Porque son perfectas para que yo te la coma esta noche. Con los zapatos apropiados de tacón siempre. Los que enseñan mis uñas pintadas;  hace mucho que no tengo para el "Fire" de Chanel pero éste de Mercadona da muy bien el pego. A que sí. Sus medias eran tupidas y muy apropiadas. Solo espero que sienta la misma debilidad que yo por el modelo que dejan que solo tengas que apartar la braga en la primera embestida con algo que no sean tus dedos. O también con ellos, eso ya lo decides tú. 

En eso no soy caprichosa así que aprovecha. 

No entiendo muy bien a qué viene indignarte tanto por unos cuernos cuando sabes  que todos los que no son tú aún no se han enterado de que me pone cachonda que me muerdan el cuello. Pero con esa carencia entre despacio y parecer que me vas a arrancar un trozo de carne que te sale tan bien. Y notar tu respiración en el inicio de la espalda. ¿Dónde si no? A ti te parecen un ultraje   estas marcas que tengo diminutas y un poco violáceas. Insultantemente equidistantes sobre mis caderas, una en cada una. Y las otras ocho rodeando en sendos grupos de cuatro todo mi perímetro. Sabes que me gustan los hombres con manos grandes. ¿No ves las tuyas? Más me gusta que me agarren mientras me follan. Y a eso pocos se atreven. Ahí me pierdo. 

Miénteme al menos y dime que no pesa menos que yo, que también era de las que les mide la pierna más de un metro nueve... Porque con solo una de ellas  encima de una tuya, el otro taconazo en el suelo y sobre el lavabo sabes que se consigue el equilibrio perfecto para que te dejara entrar, enganchadas las manos a tu cuello.  Pero tú apoyando la mano izquierda en la pared; si lo haces hasta para mear, que dejas caer todo tu peso en esa misma mano cada mañana mientras con la derecha apuntas para que no salpique de más. Por cierto, dos cositas: tienes una mancha ya a la altura de la mano en la que descansas en las meadas y ayer llegaste fino; apuntaste fatal. Dominada la postura con tu entrenamiento diario lograste la perfección en aquel polvo rápido. Que sí, tonto, que se corrió. No estaba tan borracha como para fingir. Y tú follas bien; te lo digo siempre. Follas muy bien. 

Ambos sabemos que el tipo con el que te he puesto los cuernos jamás habría encontrado la canción para que frene cuando me desboco por el pasillo porque no bajaste la basura. Eso nada tiene que ver con que yo quisiera que fueran otras manos y no las tuyas las que me agarraran. No por nada en especial, de verdad. A veces te olvidas de que no basta con decirme que me quieres. Bastaría con que volvieras a tratarme como a esa mujer que puede irse en cualquier momento. Mejor aprovechar ahora. Que aún nos seguimos dando tiempo. 

Deja de montarme el melodrama barato como si yo te hubiera ultrajado que lo único que he hecho ha sido echar un polvo. Y te recuerdo que tú otro. Sabes desde el primer día que el único significado que admito de traición entre tú y yo es pasar más de un día conmigo de los que quieras pasar con ella. Si encima fue sexo sin una pizca de amor es que eres un mierda. Por no haber sido lo suficientemente discreto como para no enterarme jamás. Recuerda que con la última así me dio la risa. 

Ya solo falta que te obceques con que mi infidelidad ha dañado tu honor como si el honor no fuera preguntarte cada mañana al abrir los ojos si quieres seguir amaneciendo en unas sábanas que huelen a ámbar, a ti y a mí. O cambiarlas por otras nuevas. Y tener la honestidad de hacer lo que te respondas; sea lo que sea. Que eso sí que es honrado. Y no venirte a casa con dolor de huevos ni yo con furor uterino. Nosotros somos muy capaces de transformar esa absurda quemazón en una pelea aún más dura pero también más perjudicial que esta cascada de reproches. 

Estoy preparada para hacer de los cuernos toda una marca y lucirla. Simplemente demuestran que sigo en la brecha. Hay que ser la mejor para estar contigo. Y tengo claro que solo me quedo con el bueno. 




5 comentarios:

  1. Sí; la lealtad, la fidelidad.

    Yo tengo a mi pareja currando en Barcelona; yo, por las islas; la que están casi por África, aquella en que nací. Pues de una forma u otra, según el día o las copas, no paran de dejar caer comentarios que señalan, recuerdan, avisan, insisten, en que él estará follando con otros y otras. De eso sacan ellos unas conclusiones muy lógicas para ellos, en sus mundos; que no nos queremos, que... ¡cuernos!

    Todo bien difícil de entender, pero que no hay necesidad de explicar

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  2. Qué bien se queda uno depués de follar

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  3. Yo los llevo puestos desde hace tiempo. Lo sé desde el primer día, pero él jamás lo reconocerá; jamás. Teme “hacerme daño”, como si le hubiera parido…
    Pasé mucho tiempo sin la necesidad, o más bien sin la oportunidad, de follar con nadie más que no fuera él. Pero un día que yo andaba un poco depre, me lié a hablar con un tipo por Internet que terminó pidiéndome una foto desnuda. Tardé unos días en hacérmela. Un día que estaba sola y estaba muy caliente, me lancé, y me hice una foto en la que me veía espléndida.
    Ese momento fue la clave. Ahí empezó todo. Quedo con él a menudo y quedo con algún otro de vez en cuando. Cada polvo es un mundo, pero “esos” polvos son especiales, son experimentos, son silencios no rotos, sin preguntas, sin mañanas. Me vuelve loca que me seduzcan, que se lo curren, que esperen ansiosos a ver mi cara cuando me corro, que busquen mi mirada cuando me muerden las tetas.
    A mi pareja le vuelve loco seducir, que una mujer caiga rendida a sus pies y, a más inalcanzable, más le pone. Ni se imagina que yo, su fiel y férrea compañera, tengo la misma afición que él: la seducción y el sexo. Ni se lo plantea.
    Desde aquel punto de inflexión de la foto, ya no hablo de infidelidad. No existe. Estamos juntos y a los dos nos gusta lo mismo. Los dos regresamos al refugio, a nuestras sábanas ya raídas por el paso del tiempo juntos. Nadie consigue que me corra como lo hace él. Y a nadie le como la polla con esa mezcla de agresividad y dulzura con que yo se la como.
    Si un día cambian las tornas, los cuernos irán en la mudanza.

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  4. Creo que esto por sí sólo es un post mucho mejor que el mío, Adela. Los cuernos están. Así que mejor lidiar con ellos. Que el toro entero lo toreamos lo mejor que podemos. ¡Olé!

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